¿Qué tal, la gente?

“Para mí la moto es mi escape. Es mi psicólogo” ¿Cuántas veces escuchaste o leíste esta frase?

Hoy, te la cuento en simple. Rescatando un relato de un hermano motociclista, que tiene su buena cantidad de años arriba del caballo.  el resumen de un momento de su vida y cómo su moto lo salvó de quitarse la vida.

– “Oye, acercame esa botella que está al lado tuyo, sentate pa´contarte lo que significa para mi”. ÓSCAR.

Este viejo simpático, ha tenido sólo una moto toda su vida. Una Lambretta 1968. 

Agarró la botella que me pidió, Un rico olor a Vodka. Casi me sentí estando con Lemmy de Mötorhead. Sin embargo él, estaba escuchando Raúl Di Blasio, un pianista Argentino y conocido como el Piano de América. Ya comprenderás de qué nacionalidad es el hombre.  Acá, te va un extracto de lo que me contó:

– “Mi mamá se pegó en la cabeza, se cayó y no despertó más”.

Yo tenía 18 y estaba de cumpleaños. Ella era mi mundo(…), mi papá nos dejó en la calle cuando estaba embarazada y me cuidaba tanto que jamás supe de dolor, pena, llanto, ni hambre. Se mamó el “quilombo” completo por mí y se murió, porque le pegó una piedra en la calle, que saltó de un micro con la presión de la rueda, imaginate lo que eso significa. Ir caminando y morir súbitamente, chao, adiós. se acabó. 

Sus ojos con lágrimas, como si hubiera ocurrido hace unos momentos la muerte de su mamá.

“Se acabó”. Eso dije cuando llegan a contarme, ¿sabés lo que eso significó?, La única persona que tenía como familia, se fue. Me quedo solo”. Era muy pibe, 18 años y pasé de estar tapadito por la madre, a quedarme solo. Sin familia. No conocía a nadie más que ella. No aguantaba el llanto, no paraba de llorar, mi mundo se acababa, no sabía que hacer. Tenía amigos de cole, pero no tenía ni como buscarlos. además, mi mamá estaba en el Morgue y yo pasé 4 días solo, sin saber qué hacer. En cuento corto, aprendí de golpe que era sentir pena, impotencia. 

Estuve 9 meses sin salir a la calle, comía tan poco que bajé 20 kilos de peso. Lo único que hacía era mirar una cajita que ella me había dibujado con una moto de fondo. recuerdo que me decía que era lo que ella quería tener cuando no tuviera que trabajar tanto. Yo me iba del fútbol a la casa, 6 de 7 días, pasaba casi obligado por un taller de italianas (motos). Lo más raro era que, a pesar de ver la cajita, nunca la había abierto, estaba cerrada con una pegatina en el borde. 

Un día, me bajó la gana de abrirla. Adiviná qué tenía dentro. Un papel que tenía un título de compra y una llave pegada arriba, en el borde de la tapa; abrí. Decía “Lambretta” ¿Sabés qué más pasó?, Me fui a ver que estaba diciendo esa llave, y pasé al local del taller de las italianas, a ver si sabían algo de la llave. Yo entendía que era de una moto, pero, ¿dónde estaba la moto?. Llevaba meses apagado, sin hambre, ¿sabés?. Pasé de la pena a la curiosidad por esa caja, esa llave y el papel que decía “LAMBRETTA”. 

Jacinto, el dueño del taller, me ayudó a revisar el papel, cuando mira el título y el nombre de mi madre, me dice: “sentate un poco, ya vengo”. Yo, esperé. habían otras personas y cómo no tenía ganas de irme, todo el tiempo que pasó yo miraba unas Vespa que estaban al frente mío. En un momento me paré, miro las motos y pasé de la curiosidad a imaginarme manejando una de esas motos. Sabés, me comencé a decir “y, bueno, jugátela”.  No me aguanté, me senté en una. imaginate, 18 años el medio pibe y en un rato pasé de una depresión a imaginarme en una tortita quilombera. En ese momento llegó don Jacinto: 

-“¿te gustó el color de la moto?”
-” Está de Quilombo”. Le dije. 

Me pidió que lo acompañara a la puerta y me muestra una Lambretta blanca, de tapón celeste cielo en la rueda. No sabía que significaba, la tortita era una preciosura.

Don Jacinto me pasa la llave que le mostré. me dice -“prendela”.

Sabés, y mi corazón se se detuvo, esa angustia que viví mucho tiempo no la sentía.
Cuento corto, mi madre se había comprado una Lambretta y estaba en ese taller, don Jacinto me traía la noticia.

Mi madre, deseaba una moto desde que me llevaba al barrio a jugar, pasando todos los días por el mismo lugar que yo, cuando volvía del fútbol. juntó guita para comprarla. Un día pasó donde jacinto y cambió el plan, porque tenía que seguir en el laburo. La compró, pero con el laburo olvidó la moto.

Acá está, -(foto: Lambretta 1968), ¡La Ferrá!, hasta mi muerte con ella. La amo, es mi madre. Me salvó de morir. Es mi escape, es mi psicólogo. es mi mundo y es lo que me tiene con vida hoy. La lista de historias que he logrado contar en más de una vuelta del reloj de kilómetro no me la repite nadie. Quería morir sin mi madre. Era mi mundo. Tenerla de nuevo en máquina, me hizo sentir tan vivo que acá estoy, ahora sólo me falta cuerpo para seguir.

A ti que lees esto.

Quise compartirte este momento de Óscar Ferrá (73 años), para que sepas en una simple historia cómo nuestras motos despiertan en nosotros, lo que el mundo no nos alcanza a mostrar. Sueños, deseos, anhelos o más importante aun, una conexión emocional con el pasado y el presente, siendo agradecidos de la vida. 

Aunque el título de esta ocasión es algo más que ambicioso.

Es para ti la moto y en este mundo hoy, ¿EL MEJOR PSICOLOGO?

¡SIGAMOS VIAJANDO!

Carlos Felipe
@cafelipenova / Benelli Rider.
Especialista en innovación y Creatividad.

Joaquín Prieto: Fundador Dominando Rutas.